diumenge, 7 de juny del 2015

Inaures feminarum, pendientes de mujeres en Roma

Los pendientes en latín son inaures, palabra que san Isidoro explica en sus Etimologías 

Llamados así por los agujeros de los lóbulos de las orejas, de las que cuelgan los preciosos ramos de las perlas


Etimológicamente Ernout- Meillet nos señala que se trata de una palabra compuesta de la preposición in, en,  y el sustantivo auris,  oreja, y de ahí su significado es decir, lo que está en la oreja, y remite al término griego  ἐνώτιον.

La moda de perforar las orejas para llevar un anillo de metal llega de Oriente, donde llevan pendientes tanto hombres como mujeres  según Plinio en Historia natural XI, 50 . El tema de los pendientes masculinos los trataremos en otro post).

La evolución en líneas generales de los pendientes sería:


1. En Oriente los pendientes eran al principio simples espirales que a veces terminaban con la cabeza de un león o de otro animal, posteriormente se les añaden colgantes que imitan objetos naturales, cestas, pájaros, alcanzando una gran complejidad como se puede apreciar en las joyas de Troya.

Sophia Schliemann con el tesoro de Príamo
2. Hacia el siglo V a C. bajo la influencia del arte helénico los pendientes vuelven a unas menores dimensiones con pequeños colgantes.

3. En época helenística y greco-romana  se vuelve a las formas complejas con cadenitas y colgantes con motivos pintorescos de todo tipo, pájaros, amorcillos, animales,... 

4. En época romana adquieren gran importancia las piedras preciosas y las perlas como elemento principal de los pendientes

5. En el bajo imperio romano, las joyas son de espectacular riqueza tanto por las piedras preciosas que contienen como por  su tamaño y longitud de colgantes.


Vamos a centrarnos en los pendientes en época romana que como ya hemos dicho tienen como característica destacada el uso de perlas y piedras preciosas, principalmente esmeraldas y amatistas. A las matronas romanas les gustaba llevarlas por sus cualidades simbólicas, las perlas para aumentar la felicidad, la esmeralda para mejorar la fertilidad y las amatistas para evitar la embriaguez.


Formados por un aro y un apéndice que se llamaba stalagmium por su forma de colgante alargado con piedra o perla semejante a una gota. Era muy frecuente de manera que se usa el término stalagmia, como equivalente a pendientes, inaures.

Festo , sub voce, stalagmium: 
Ex aure ejus stalagmium domi habeo. 

Tengo en casa el pendiente de su oreja


Y Plauto en su comedia Los Gemelos III, 3, 18
— Ay, Menecmo mío de mi alma, anda, encárgame unos pendientes de cuatro dracmas de peso, unos colgantes de bolitas, que me alegre yo de verte cuando vengas a nuestra casa. 


La perla, margarita, se vuelve imprescindible en los pendientes y se convierte en símbolo de riqueza, Horacio Epodos VIII, 13




Sé feliz, que triunfales estatuas 
encabecen tu cortejo fúnebre
y que no hay mujer casada que se pueda pasear
rebosante de perlas más hermosas

Además de margarita a las perlas que son especialmente redondas se las llama por metonimia baca, baya, "fruto redondo de cualquier árbol", o bien, unio, cebolla, perla de gran tamaño. Según Plinio, Naturalis Historia IX, 56 el nombre de uniones les viene de que no hay dos iguales, sino que cada una es única.

nulli duo reperiuntur indiscreti; unde nomen unionum romanae scilicet imposuere deliciae


Las uniones más impresionantes pertenecieron a Cleopatra, que según nos cuenta Plinio en Naturalis Historia IX 112, en una apuesta con Marco Antonio para demostrarle que podía consumir diez millones de sestercios en una cena consumió una perla en vinagre. La otra  fue cortada por la mitad para adornar a la Venus del Panteón.  A estas perlas semiesféricas con un lado plano se les llamaba tympana , Plinio op.cit IX, 55

Los elenchi, son los pendientes que llevan perlas en forma de pera o de alabastra, recipientes para perfumes. Se podían poner dos o tres en cada oreja y al chocar las perlas entre sí producían un sonido que les valió el nombre de crotalia y eran considerados como los lictores de las mujeres ricas pues el tintineo de las perlas anunciaba su presencia. Lictorem feminae in publico unionem esse. (Plinio, op.cit).


Homero al describir el arreglo de la diosa Juno Ilíada, XIV, 183 nos habla de unos pendientes a los que llama triglena

y colgó de las perforadas orejas unos pendientes de tres piedras preciosas grandes como ojos, espléndidas de gracioso brillo

Se consideran los mismos que en latín llamaban tribacca, es decir que están formados por tres perlas de gran tamaño unidas en una montura de oro o bien con tres colgantes.


Según Julio Pólux,en su Onomasticon existían muchos más tipos de pendientes. Algunos de ellos eran:


Callaica, según san Isidoro los grandes pendientes que llevan esmeraldas.

Botrydia, tienen como adorno pequeños granos de uva.

Hélices , aquellos pendientes en cuyo colgante hay un hilo de oro enrollado en espiral.



Bullae, por su semejanza a las burbujas de agua, por su forma y ligereza. Se han encontrado muchos en Pompeya de gran tamaño, semiesféricos hechos con una finísima lámina de oro.



















El peso de los pendientes era en ocasiones considerable de manera que el lóbulo de las orejas se alargaba.  Juvenal en Sátiras, VI, 459:


No hay nada que no se consienta la mujer a sí misma, nada considera indecente, cuando pone verdes gemas alrededor de su cuello y cuando cuelga de sus orejas estiradas enormes zarcillos.


Y lo mismo opina Séneca VII 9, 4 

Veo uniones de piedras preciosas, que ya no basta una para cada oreja; porque como las tienen ejercitadas a sufrir carga, juntan unas piedras con otras y después les sobreponen otras. ¿No bastaba que la mujeril locura hubiera rendido tanto los hombres, sin que llegaran a colgar de cada oreja dos o tres patrimonios?

De estos pesados pendientes de oro y piedras preciosos el precio era tan alto que hacía peligrar la fortuna de las familias. Así nos lo cuenta  Petronio en Satiticón, 67, dando una cruel solución para este problema




Escintila desata de su cuello una cazoleta de oro y saca dos pendientes que enseña a Fortunata.
-Gracias a la generosidad de mi marido, dice, ninguna los tiene más hermosos.
-Pardiez, dice Habinas (su marido), ¿no me has arruinado tú comprando esas fruslerías de vidrio? Ciertamente, si tengo una hija, haré que le corten las orejas. 



Salutem plurimam